Reflexión dominical sobre los vientres de alquiler


La neutralidad de propuestas que suponen pasos atrás en la garantía de derechos es algo que cuesta digerir. Un ejemplo es la imperiosa necesidad nacional que parece ser la regulación de los vientres de alquiler o el alquiler de vientres. Todos los días y a todas horas y utilizando de manera perversa la libertad y los derechos. Pero, ¿de quién y para qué?

En mi opinión estamos ante una de las mayores, si no la mayor, expresiones del capitalismo: tengo un deseo y si puedo permitirme económicamente hacerlo realidad, lo haré.

Vivimos en una sociedad de consumo en la que todo se puede conseguir si se puede pagar por ello; una sociedad en la que desde niños se educa para conseguir todo aquello que se desea y no para aprender a gestionar las pequeñas o grandes frustraciones que puede suponer la no satisfacción de todos nuestros deseos.

Me preocupa esta confusión entre deseos y derechos que pone sobre la mesa el debate sobre los vientres de alquiler o alquiler de vientres.

Para alguien de izquierdas resulta muy difícil entender que el Estado pueda dar cobertura a una actividad que se sustenta en la desigualdad entre seres humanos. Por favor, dejemos el cinismo a un lado. No hay altruismo en los vientres de alquiler. 

No hace mucho que desapareció la figura de las amas de leche. La solidaridad entre mujeres mayoritariamente de clase humilde hacía posible que otras mujeres amamantaran las criaturas de las madres que no tenían leche suficiente o no de la calidad adecuada. La sororidad salvaba esas criaturas y a sus madres. Una versión primigenia de lo que serían hoy los bancos de leche materna.

Sin embargo, no fueron pocas las mujeres de clase humilde que encontraron en el amamantamiento una posibilidad de ingresos por ejemplo formando parte de los batallones de amas de leche de los expósitos o casas cunas.

También las amas de leche eran utilizadas por las mujeres de familias con recursos como un modo de liberarse de la carga de la lactancia y evitar las consecuencias físicas de la misma. A estas amas de leche se las pedía un riguroso historial médico y de decencia y recibían a cambio buena alimentación, un techo y un salario más bien escaso. Y lo hacían en muchos casos arriesgando la lactancia de sus propias criaturas.

Me espeluzna pensar que se pueda aplicar la lógica de la oferta y la demanda a todo. Y lo que me espeluzna más es que casualmente esto siempre sucede con cuestiones relacionadas con los derechos de las mujeres. Por eso ya el toque final lo ponen quienes pretenden que el alquiler de vientres es un paso adelante en el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.

Efectivamente cada uno de nosotros y nosotras podemos hacer lo que queramos con nuestro cuerpo. Ahora bien, lo que no podemos pretender es que se de cobertura legal. Desde luego, no desde los principios y valores de la izquierda.


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2 respuestas a “Reflexión dominical sobre los vientres de alquiler”

  1. Avatar de Lola
    Lola

    Carlota estoy totalmente de acuerdo contigo. Magnífico artículo… la maternidad es un deseo no un derecho. Un deseo nunca puede estar por encima de los derechos humanos de las mujeres…

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    1. Avatar de carlotamerchan

      Gracias por tu comentario, Lola.

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